A Erdogan, cuando se enfada, cuando muestra que ya se le ha acabado la
paciencia, siempre le sale de los labios la misma frase. Es el mismo orden de
palabras, puestas juntas como una amenaza a su rival. No cambia nunca ni una
coma: este miércoles la ha vuelto a lanzar: "Como con todas las
operaciones anteriores, digo: 'podremos venir una noche, de repente'. En otras
palabras, la operación militar en Idleb es cuestión de tiempo".
Ya había soltado la amenaza en varias ocasiones antes: en
las tres ofensivas que Turquía ha realizado en Siria contra las milicias
kurdosirias de las YPG. En todas ellas cumplió el ataque prometido. Solo ha
habido una vez en que Erdogan habló de entrar de noche, de repente, sin que
nadie lo viese venir, y no lo acabó haciendo: fue después del referéndum de
independencia fallido del Kurdistán iraquí.
"Estamos entrando en los últimos días del plazo que le
dimos al régimen [de Asad] para parar las hostilidades en Idleb. Este es
nuestro último aviso. Turquía ya ha hecho todos los preparativos para llevar a
cabo nuestros propios planes en Idleb. Convertiremos la zona en un lugar seguro
cueste lo que cueste", ha dicho Erdogan este miércoles.
Parar la ofensiva de Asad
La región de Idleb, según los acuerdos de Sochi, firmados
por Turquía, Rusia e Irán, estaba bajo el control y protección de Ankara, que,
según el pacto, debía eliminar de la zona a los grupos yihadistas que hay allí.
Rusia, por su parte, prometía garantizar un alto el fuego permanente que
asegurase que Idleb fuese un lugar seguro para los más de tres millones de
civiles que viven allí -más de la mitad de ellos ya son de por sí refugiados de
guerra-.
Pero ninguno de los dos bandos, Rusia y Turquía, ha cumplido
su parte del trato: Hayat Tahrir al Sham -antigua Al Qaeda-, no solo no fue
eliminada, sino que se hizo con el control casi total de la región. Y Damasco,
con la ayuda de Moscú, su aliado, nunca pararon de bombardear a los civiles de
la región; al contrario: los bombardeos han ido a más.
Agencias.
OKI Noticias.